Por Jesús José Guerrero Andrade
Ya se ven en lontananza los vientos fríos de la navidad.
Fríos por la época invernal y super helados por la poca pluma de las vestiduras de la pobreza que envarga a la mayoría de la población mexicana.
Época de regalos por obra y gracia Del viejo panzón, barbudo y colorado que inventaron en América los dueños de la Coca Cola. Y lo vistieron con sus propios colores.
Esos regalos impulsan el comercio mundial y a la industria de los juguetes.
La economía de las empresas y las naciones mejora ostensiblemente.
Pero la economía de los trabajadores se rescabraja año con año, porque una parte importante de sus ingresos se dedica a la compra de regalos y al adorno de las casas.
No es admisible que alguien se quede sin recibir los regalos que supuestamente traen Santa y los Reyes Magos.
Pero hay muchos, muchísimos, individuos que ganan apenas lo necesario para subsistir. Para ellos es un viacrucis la famosa navidad y el esfuerzo imitador del gordo risueño.
De esa circunstancia nacen, espontáneamente, los robos a los domicilios y a todas partes.
Los gobiernos hacen lo propio para aumentar sus ingresos normales, apretando las multas de tránsito y el costo de sus «servicios y derechos».
Con la Cuarta Transformación llegaron administradores cuya consigna principal es NO robar. Pero se roba.



y luego