Por: Jota Ce Ce
LA ÚLTIMA SONRISA DE LA CUMBANCHA
Cosa de invocar aquella canción que ejecutaba Café Tacuva para armar esta colaboración porque, ¿sabe usted?, parece venir bien a cuento.
Claro que el protagonista es Andrés I quien parece determinado a no irse sin antes dejar bien plantado su huella en el suelo o, citando a López Dóriga. Haciendo hincapié en que quiere ser e “todo” en el quehacer nacional: el muerto en los velorios, el novio en las boda o el del “ropón” en un bautizo. Si algo ha de ser recordado, parece decir, es que su condición de egocéntrico a niveles Premier.
Por eso es que tal vez veamos en las últimas incidencias ese carácter que casi lo fuerza a reiterar que todo debe tratarse de él, que todo debe girar en torno a él, porque así se ve y se siente, porque lo suyo es mostrar al mundo que en México el quehacer diario está centrado en su imagen y figura.
¿Acaso no es que ya se va, que ya casi termina su administración?, se preguntan, bueno sí, pero queda tiempo para desfiguros y ahondamiento de lo que ha sido el sello de su gobierno.
Andrés I, el echeverrista trasnochado, manteniendo hasta el último momento su errada política de política exterior: busca darle asilo a un personaje del Ecuador acusado por varios delitos, hace unas declaraciones torpes, las autoridades ecuatorianas irrumpen en la embajada mexicana y se arma la zafacoca. ¡Andrés es la víctima! Casi invoca al pueblo entero a expresar su rabia y que el entorno mundial hable de que él fue el victimizado. El ropón para el bautizado.
Dos días después del debate entre candidato a la presidencia, reprocha al INE, a los moderadores del bate y a los medios, en palabras que se han interpretado como reproche a su candidata Claudia la Evasora, que no se haya dicho nada bueno de sus acciones de gobierno, que nadie haya citado lo magnánimo que ha sido con el país en su intentona transformadora. Otra vez, el muerto en los velorios.
Es como imaginar a un gato cayendo, con las garras se aferra a todo: como varias de sus iniciativas no las ha dejado pasar el Poder Judicial, impone a su séquito en el Congreso que aprueben iniciativas de leyes secundarias que le permitan, por ejemplo, poder indultar al preso que se la antoje y poco después, imponer veto a la ley del amparo, de tal suerte que la Suprema Corte no pueda frenar sus ocurrencias.
Pero va más allá, que no se quiere ir sin imponer nuevo golpe sobre la mesa: crear un organismo que administre los FONDOS afore de aquellos mexicanos que a los 70 ,años no se hayan jubilado, esto es, hacerse a la mala de más de 60 mil millones de pesos por aquello de, suponemos, en algo pueda ayudar al siguiente gobierno (que también será suyo, dicen) a paliar los efectos de una eventual crisis financiera pero más aún, a que sobreviva la política de dar becas a diestra y siniestra como punta de lanza de una permanente operativo electoral.
¡Caramba! Como omitir aquel día en que el expresidente Enrique de la Peña decía “Un presidente no creo que se levante pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México”. Pues tal vez EPN invocó lo que pasaría apenas años después, Andrés I se ha esmerado en hacer ver que sí es posible intentarlo engañado con la idea de que está haciendo el bien.
Pero son los últimos momentos, las últimas semanas, tiempo en para recordar a Café Tacuva: “llevate mis tristezas y mis pesares, tu que sabes reír, tu que sabes llorar, tu que puedes como son las nochesde mi pesar”. La última sonrisa de la cumbancha, que toque sin parar que esto se no acaba hasta que se acaba.
¿Vale decir “amén”?




y luego