Por José Carlos Campos

11 de Mayo de 2024- El 2024 ha servido para entre otras cosas, traer a valor presente lo que ha representado para la liga (antes) Mexicana de Beisbol la anexión de más plazas lo que en la actualidad denominan casi con orgullo “expansiones”. Imposible dejar en el olvido el discurso grandilocuente del expresidente de liga, Plinio Escalante Bolio, quien defendía la figura del aumento de plazas como “la atención a la demanda que se hace por tener béisbol en más ciudades”.

Años antes, se recuerdan la negra etapa de Pedro Treto Cisneros como titular del circuito veraniego que sirvió, para otras cosas,  para instaurar el esquema de venta de plazas, el mercadeo fatal de venta de franquicias y de cómo algunos empresarios vieron en este esquema un jugoso negocio a trasmano.

Quien recuerde a los Perez Avellá como quienes encabezaron estos movimientos “vendeplazas” hará bien.

Así llegamos al presente en el que empujados básicamente por la motivación de ingresar capital fresco a las arcas de la liga, la L(a)MB alentó el crecimiento de la papeleta de 18 a 20 equipos incorporando dos nuevas plazas: Chihuahua y Querétaro, sobre las cuales creó expectativas muy halagüeñas y casi estableciendo que se trataba de prácticamente “hacerle justicia a las fanaticadas de ambas entidades”.

Bajo el prurito de haber solventado los obstáculos existentes, ambos clubes de reciente cuño se pudieron armar y así fue como ya están contendiendo en la temporada anual que ya está en curso. Un primer apunte será, decir que están lejos de considerarse presentaciones estelares o de resonancia en materia de atracción de asistencia a los respectivos parques de pelota y lo segundo, más obvio, que los resultados deportivos se apegan más o menos a lo esperado de antemano: Dorados compartiendo el sótano de la zona Norte con Charros mientras que los Conspiradores a la mitad del standing de la zona Sur.

Pero en la permanente narrativa plena de optimismo se dirá que es parte del show, “los noviciados de pagan”.

CASO QUERÉTARO

Hace apenas unos días, se dio a conocer el abandono del equipo Conspiradores por parte del veterano antesalista Agustín Murillo, abandono que se dio a entender que se debió a una hipotética situación de deterioro económico del club, revelándose de situaciones que reflejan, se dio a entender, de cierto nivel de precariedad en  las finanzas del club.

¿Cómo es que se llegó a esta situación a menos de un mes de iniciada la temporada, si es que esto es verdad?

El propietario del equipo lo es Francisco Javier Orozco Marín, empresario coahuilense orientado al ramo de las telecomunicaciones, cuya empresa “NOX” es patrocinadora de la L(a)MB desde 2021. Sus antecedentes en el deporte lo sitúan como dueño del equipo “Dinos” de futbol americano, muy cercano (socio) al equipo de futbol de primera división “Gallos” de Querétaro y por un breve periodo dueño de los Algodoneros de Unión Laguna de la misma LMB.

O sea que no puede ser considerado un advenedizo o que no le sabe a esto de ser dueño de un club deportivo.

La liga le vendió la franquicia y rápido se abocó a la urgencia de construir un estadio y para eso estaban los contactos, en este caso de primer nivel ya que fue el entonces gobernador de Querétaro, Francisco Dominguez Servien, quien le vendió unos terrenos ubicados en Huimilpan, localidad ubicada a poco más de 20 kilómetros de la capital del estado.

Por cierto, el exgobernador no se fue con las manos vacías de la transacción ya que quedó como socio de la dueñez del estadio con un 40 por ciento de participación.

UBICACIÓN, UBICACIÓN

Se supone que se entregó el estadio nuevo, casi enteramente concluido pero lo que se recibió parece aún estar lejos de lo que prometió. La percepción es que una visita a un juego de béisbol está distante de constituir una experiencia medianamente grata.

Lo primero es que la ubicación del inmueble complica la asistencia, no resulta nada fácil recorrer esos veintitantos kilómetros y regresar a la ciudad, a veces ya entrada la noche.

Luego viene las condiciones del estadio, que se observa sin concluir, con localidades sin techo y detalles que lo hacen ver como símil de un campo digno de Williamsport: un área sin sillas, solo terreno empastado, más digno de un picnic dominical que para un juego de béisbol profesional. Ya se sabe que lo deportivo es cuestión de tiempo… y a veces de dinero. Armar un roster “redondo” no es cosa sencilla aún que en la liga se puede jugar con 20 jugadores no nacidos en México. Hay que hacer “talacha” para scoutear fue del país o más tarde acceder a lo que otros equipos vayan desechando.