Oye Dios, ¿ya oíste lo que andan comentando? ¡Que te pasas! Primero mandas una sequía nivel infierno y cuando se te pide agua ¡nos inundas!
Yo, que soy medio hereje, no creo que te ocupes de esas cosas personalmente. Suponiendo, digo yo, que la mandes o la dejes de mandar cuando se nos antoje, entre los que piden mucha, poca o nada, ¿a quién le vas? Eso sin contar con que a nadie se le ocurre hacer el pedido exacto: manda 10 milímetros de agua y le paras, hasta nuevo aviso.
Dicho sea de paso y ya entrado en esto de las herejías, ¿no te convendría poner las cosas al revés volteado?
Nomás por un tiempecito, como un experimento, declara que el clima se servirá a domicilio, sobre pedido. Decreta que los ciclos naturales ya no se regirán por las condiciones con que los creaste sino según los deseos de los humanos. Habrá calor o frío según el hombre lo solicite, lloverá o no a capricho de cada quien (especialmente cuando ponga cuchillos en el patio por mi fiesta de cumpleaños).
Va estar bueno eso del mundo vestido de cebra con rayas de luz y de sombra según el pedido de cada región. Y en las ciudades, peor, como tablero de damas. Una casa blanca donde su vistosa dueña quiera broncearse, otra negra donde la vecina, no tan vistosa, prefiera protegerse de la canícula.
Te apuesto lo que quieras a que en menos de lo que duró el diluvio tendrías a todos de rodillas rogándote que detengas el caos.
A ver si así captamos que tu voluntad respecto al comportamiento de la naturaleza quedó claramente expresada desde la creación y no necesita correcciones sino entendimiento y apoyo de nuestra parte, cosa esta última que no hacemos y sí, por el contrario, nos empeñamos en romper las reglas.
No me extrañaría que –de seguir con nuestras irreverencias para con lo creado– un día se oiga desde el cielo una voz potente diciéndonos: ¡No me ayudes, compadre!
PFRG
Pedro F. Rivas Gutiérrez





y luego