HABLANDO DE MENTIRAS Y TRAICIONES
POR Ulises Ruiz, ex Gobernador de Oaxaca
Leyendo las declaraciones de Alito sobre el supuesto partido de una nueva generación en el que —dice— se ha convertido el PRI, no puedo evitar pensar en aquella frase que se atribuye a Vargas Llosa sobre que estaríamos llegando a una época en que la honorabilidad es la excepción y la traición es la norma.
A sus 49 años puede que alito, el anacrónico caudillo del PRI que quiere ser presidente de la república, como lo describe la periodista Carmen Morán Breña, tal vez no sea Viejo, pero joven tampoco es. En el mejor de los casos puede que se sienta joven, pero piensa como los viejos priistas. O tal vez suponga que es joven por la definición que nos ofrece la Real Academia de la Lengua Española que señala que la juventud es el “Período de la vida de una persona, que se extiende desde la niñez hasta la madurez”, su evidente inmadurez lo ubicaría en su juventud. O tal vez piense que su apariencia física lo hace joven, pero no, el bótox solo quita las arrugas, no los años. Aunque no pertenezca a la generación que lo inició en el PRI, de esa generación aprendió los peores usos y costumbres que han guiado siempre su actuar.
El PRI con Alito aparte de perder más de cinco millones de militantes, perdió una docena de gobiernos estatales, perdió la mayoría en casi todos los congresos locales y en el federal y ha vuelto a las peores prácticas de un PRI que se consideraba ya rebasado.
Las traiciones al PRI comenzaron cuando Peña impuso a Ochoa Reza —quien, por cierto, hoy también reniega de Alito— y no han dejado de producirse desde entonces. Después del pacto de impunidad entre Peña Nieto y López Obrador, la instrucción ha de acabar con el PRI ha sido ejecutada por sus dirigentes con precisión. Ahora al frente del PRI sólo queda una camarilla sin escrúpulos, sin convicciones, sin sentido de patria, que se ha puesto a las órdenes del obradorismo. Quien lo dude revise las votaciones en el congreso federal y el apoyo que en los estados les dan los congresos locales a los gobernadores morenistas.
A la llegada a la presidencia de Obrador, siguió la entrega de varios estados gobernados por el PRI a Morena. Gracias a esas traiciones hoy Claudia Pavlovich es cónsul de México en Barcelona; Quirino Ordaz es embajador en España; Carlos Aysa, embajador en República Dominicana y Omar Fayad embajador en Noruega. Marco Mena, ex gobernador de Tlaxcala se sacó la lotería nacional y es hoy su director general y Alejandro Murat es Senador por MORENA; todos ellos fueron durante sus mandatos, los “primeros priistas de sus estados”.
Alfredo del Mazo renunció al PRI después de entregar el Estado de México y Héctor Astudillo se fue a Movimiento Ciudadano. Otros tres exgobernadores cuyos estados pasaron a ser gobernados por MORENA se encuentran fuera de la actividad política, dejando todos ellos a los priistas de sus entidades en la orfandad.
Mención aparte merece la traición de muchos de los hijos políticos de Manlio que se atrincheran ahora con alito como Añorve o Willy Ochoa y que permiten que éste lo ofenda públicamente y lo deje fuera de la bancada priista en el Senado. La mentira y las traiciones son comunes al PRI de alito y al partido de AMLO.
He escuchado a gente que piensa que Sheinbaum puede ser distinta a Obrador, que puede ser moderada, que es inteligente; a esos yo les recuerdo que lo mismo pensaban hace seis años cuando el discurso de amor, unidad, cariño por la patria y respeto a las instituciones era pronunciado por el entonces candidato Morenista. Lo que pasó en realidad lo estamos padeciendo hoy. Para AMLO como para Claudia los contrapesos no son garantía de democracia sino estorbo para un proyecto que sólo cabe en sus cerebros y que AMLO va a pretender seguir construyendo a través de su alter ego. Al igual que hiciera AMLO, Claudia vive de la mentira.
A pesar de tantas mentiras y traiciones, mucha gente valiosa aún cree en los principios que dieron origen al PRI y sigue buscando como encauzar sus inquietudes, como enderezar sus esfuerzos para lograr que su idea de país se vuelva una realidad.

Por eso necesitamos un nuevo partido que tenga claridad en un proyecto de país viable, oportuno y realista, para poder ser oposición a las ideas retrógradas y ancladas en el pasado de Andrés Manuel.
Vamos avanzando en el esfuerzo por construir un nuevo partido en el que cabrán muchos de los que hoy se sienten desilusionados del PRI, junto con tantos y tantos mexicanos que coinciden en que el rumbo no es el que nos está marcando la mayoría electoral que como dijo clásico, haiga sido como haiga sido, llevó a la consentida de Andrés Manuel a gobernar por los siguientes seis años.
Vamos a requerir de una gran organización que nos permitan no sólo cumplir los requisitos que impone la ley para la construcción de un nuevo partido sino para construir entre todos una plataforma que parta de las aspiraciones comunes por una mejor patria para que eso sea lo que nos una.