Lo que ha sido inocultable es el Huachicol fiscal, en que dos altos mandos de la Marina Armada de México son señalados como culpables de manejar una intrincada y extensa red de funcionarios involucrados en el contrabando de combustibles, pero se advierte una tenaz resistencia a ir más allá de los dieciséis personajes sometidos a proceso.
Un asunto tan grave, tan obvio, no puede quedar en anécdota, por más que dentro de Morena se identifique la protección a personajes de altos vuelos, con la integridad de “la causa” y “del movimiento”.
Como efecto colateral del manejo descontrolado del dinero, el país ha asistido al bochornoso espectáculo de capitostes de la política que se deschongan con gastos que antes criticaron ferozmente.
El más bocón de todos, Gerardo Fernández Noroña, se da el gusto de contratar aviones privados para recorrer un estado -Coahuila- en dos días, y todavía lo defiende como parte de la justa medianía a la que tanto se invoca en la Cuarta Transformación.
No se diga el celebérrimo junior Andrés Manuel, Andy, quien se paseó abnegadamente por tierras niponas; o los señores líderes legislativos, que dicen haber viajado por los mejores sitios de Europa “sin tocar el presupuesto oficial”.
Pero si se trata de impunidades ninguna como la de Adán Augusto López Hernández, cuyos tropiezos han sido públicos, partiendo de la barredora de Tabasco, siguiendo con sus ingresos extraordinarios y culminando con su espléndida declaración sobre unas herencias que le han permitido amasar millones.
Decían ser diferentes y ahora justifican sus riquezas sospechosas con los mismos argumentos de personajes como Elba Esther Gordillo, quien sostuvo haber recibido multimillonarias herencias de su mamá, quien por lo visto era una acaudalada maestra rural.
A nadie sorprende que haya personajes que ceden ante las tentaciones de la corrupción, pero sí llama la atención que se estén deschongando tan rápida y tan cínicamente. Ya ni los llamados de la presidenta sirven para que moderen sus exhibiciones, mucho menos para que suspendan sus vertiginosas carreras financieras.
LA SOCIEDAD CIVIL
TODAVÍA EXISTE
Este gobierno de izquierda, que desde la oposición exigió siempre apertura para la participación de a sociedad civil, está convertido en un acaparador del poder, que no sólo limita la acción de los ciudadanos, sino que además les quita los escudos legales de que disponían, como ocurre con la reforma a la Ley de Amparo.
A pesar de eso, la sociedad civil sigue haciendo lo suyo.
El jueves pasado, un grupo de académicos de la UAS y del Instituto de Limnología de la UNAM, presentó el libro guía sobre flora y fauna del Cerro del Crestón, que constituye una verdadera guía para el uso sustentable de la flora regional.
Este trabajo fue auspiciado durante la vigencia del Patronato del Parque Natural Cerro del Crestón, que realizó un magnífico trabajo de conservación y aprovechamiento de ese espacio, y que debió dejar de operar porque la entelequia llamada Azipona hizo todo lo que pudo, hasta lograr eliminar a la Institución de Asistencia Privada que trabajó ejemplarmente.
Lo bueno es que los ciudadanos siguen trabajando pese a las presiones de funcionarios patrimonialistas.