Por: Jota Ce Ce
NO HAY MÁS QUÉ DECIR: ALEA JACTA EST
Muy seguramente, para cuando el amigo lector le de una repasada a la presente entrega, ya se habrán realizado las elecciones programadas para este domingo 2 de Junio las cuales, para no pocos, son las más relevantes de las acontecidas durante el presente sigo, y tal vez poco más atrás.
Día para concurrir a las urnas y elegir miles de cargos, sea presidente de la república, senadores, diputados federales, algunas, pocas, gubernatura, diputados locales y presidentes municipales. En la contienda se enfrentaban dos proyectos de Nación aparentemente diferentes entre sí, que lucían enconados, disímbolos y que semejaban proyectar el distanciamiento que fuera provocado, por mucho, por su Alteza Serenísima Andrés I.
Y por ahí habremos de iniciar, no por saber por anticipado de ganadores y derrotados sino de que el final de este proceso traerá como principal resultado, se supone, el final de una administración de gobierno que como pocas veces, dividió al país, que puso en pugna a una aparente México separado por obra y gracia del gobernante que fue alentado por una intentona transformadora que, siendo cautos, en los hechos resultó para algunos una verdadera deformación.
Será eso, tal vez, el saldo mejor bienvenido de la jornada: el saber qué que Andrés I ya se va, que ya concluyó y que se irá mucho a su rancho, si es que cumple lo que promete. Uno no quisiera pensar en que por una u otra razón verá la necesidad de quedarse, de ampliar los términos de su régimen al que el califica de exitoso y proveedor de una enorme dicha para el país.
Lo más justo, lo que mejor procedería, es dejar que la historia se encargue de emitir un juicio sobre lo que han sido estos últimos seis años (si es que antes no cae sobre él otro tipo de juicios) y esperemos con esperanza de que se abra nuevos y episodios de la vida nacional, que inicie una nueva narrativa que enmarque capítulos marcador por convocatorias a la unidad, a la necesaria reconciliación y, algo importante, serios esfuerzos colectivos en pos de la pacificación.
Que permee el entendimiento de que México no es país de una solo hombre o mujer, que las leyes no permiten ser territorio que se gobierna en forma tripartita, que para eso se crearon las instituciones a las cuales hay que conservar y proteger, no estar amenazando con destruir por el solo hecho de que “estorban” afanes individuales, por no decir que caprichos de poder.
Ojalá el saldo de estas elecciones sea surja la concordia escondida, agazapada luego de estos años de encono, de disensos provocados; que sea un lunes 3 de Junio en el que todos regresemos a la normalidad aceptando resultados y sabiendo que la vida institucional del país quedó a salvo, sin bandazos sexenales ni continuismos aterradores.
Un México de balances, sin nada ni nadie prevaleciendo sobre la ley, en el cual los gobernantes acaten lo que dictan los gobernados y no al revés, que podamos dar los primeros pasos para encontrar fórmulas ciertas de crecimiento, estabilidad y que el bienestar sea un mero slogan propagandístico y se traduzca en realidad cotidiana.
Una economía que no sea sostenida con alfileres ni “saliva”, reconociendo fortalezas y debilidaes, sin derrochar no ahorros mal entendidos ni inventando una “austeridad franciscana” que solo satisface apetitos electorales y/o personales.
Pueden ser, muchos buenos deseos pero todos ellos alcanzables. Cuestión de voluntad, de profesar verdadera cariño al país y no ser estribillo de dientes pa´fuera. ¡Carajo!, ¿a poco cuesta tanto tenerle respeto a quienes se gobierna?
En resumen: a votar todos este domingo 2 de Junio y si nos pregunta por quién lo haremos… mmmm, nada por qué escondernos en eso de que “el voto es libre y secreto”. Más bien diremos que lo haremos por lo que no tenga aromas de una izquierda desfasada, de un zurdismo rancio que parece ir en sentido contrario al progreso. Más de lo mismo, no. ¿Quedamos?






y luego