Por Víctor Manuel Salas Castelan
“¡Eres un irresponsable … 16 años y eres un niño!», le gritó desesperadamente su padre.
– “Se te olvidó papá, enseñarme a llevar paquetes”, “¿Cuándo se contó conmigo en casa para algo? ¿Cuándo tuve que recoger a mis hermanos de la escuela?”.
– “Ayer mandaste al chofer a pagar mi colegiatura, y el mes pasado fuiste tú mismo, Se te olvidó papá dejarme pagar mi colegiatura”. “¿Cuándo tuve que lavar el coche los domingos?” “¿Cuándo tuve que arreglar el jardín y recoger la mesa y lustrar a diario mis zapatos?” “Quiero comprar calcetines rojos –aunque no le gusten a mamá- con el dinero que yo he ganado”, – contestó serenamente Ramiro a su padre.
Subiendo las escaleras de su casa, Ramiro se encontró a su madre de prisa porque salía a tomar un café con sus amigas, y viéndola arreglarse apuradamente, le comentó – “Mamá, quiero ir por la leche y por el pan”. “Y si no quiero, por qué no me mandas?” “Se te olvidó mandarme, mamá”, “¡Es más fácil que el chofer y las sirvientas hagan “bien” las cosas y sin riesgos, ¿verdad?!”
La madre lo veía en el espejo extrañada mientras se terminaba de pintar los ojos- “¿Por qué no te arriesgaste a dejarme llevar un paquete?” “¡Se te olvidó mamá, enseñarme a llevar paquetes!”. “¿Sabes? Creo que se te olvidó ensañarme a se hombre”. “Y a los 16 años se me caen de las manos”. “¡A . mi también me da vergüenza!”. “Fíjate que en el colegio nombraron a Roberto delegado del grupo.
Dicen que él si tiene responsabilidad. El maestro de historia lo nombró coordinador de la excursión, recibe las cuotas y nos da los valores”. “Pero claro, ¡Roberto desde chico lava el coche de su casa, arregla el jardín y recoge a sus hermanos aunque llueva, tenga mucha tarea o mucha flojera”.






y luego