Por Pedro Rivas Gutiérrez
Pues nada, aquí como la Puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo. Se está yendo rápido el año, apenas ayer festejábamos su llegada y ya se consumió el primer trimestre. A algunos eso no les da ni les quita, a otros sí.
Cuando era niño, después de la piñata creía que tenía todos los caramelos del mundo, pero al tercer día ya no quedaban tantos y empezaba a entender lo importante del ahorro y el buen manejo de los recursos.
Algo similar pasa con el tiempo. Si los años fueran caramelos, a cierta edad te das cuenta de que ya no te quedan tantos. Pero, a diferencia de los caramelos, el tiempo se agota lo uses o no. Entonces cambia tu enfoque, ya no es importante el ahorro, ahora es de vital importancia el buen manejo de los recursos.
Por ejemplo, descubro que las prisas ahorran tiempo, pero gastan vida. Si hoy me hubiera dado prisa para cumplir con mi encomienda de los viernes, me hubiera perdido una interesante charla con amigos, que disfruté mucho y que me aportó grandes aprendizajes. Invertí, no gasté. Total, el viernes es viernes hasta que el viernes se acaba, y todavía estamos a media mañana, no lo hice tan mal.
Además, probablemente hubiera escrito otra cosa menos importante que lo del adecuado manejo de los caramelos que me quedan, que por lógica cada vez son menos.
La interesante y amena plática con amigos me impulsó a valorar los caramelos que me quedan (quien sabe cuántos) y a proponerme disfrutarlos como lo hacía con los tehuanos, que eran el lujo en mi niñez. No me corría prisa por tragarlos, por el contrario, los anolaba con fruición y lentitud. Eso me propongo hacer con mis caramelos-tiempo.
Quien quiera anolar tehuanos conmigo, está atentamente invitado. A quienes les corre prisa, lamento informarles que no tengo tiempo para ese dispendio, los respeto y los saludo, pero de lejitos.
El tiempo mide la edad, pero no rige la vida, que su unidad de medida es solo la intensidad.




y luego