Dicen los que saben, que el sudor es la manera como el cuerpo reacciona para mantenerse fresco, o sea, es un sistema natural de climatización.
¡Ah!, con razón la producción de sudor ha subido a niveles estratosféricos. Hay un calorón abrasador, extenuante y estupefaciente, así que ando sudando la gota gorda.
La verdad es que no me he tomado el trabajo de medir el grosor de las gotas porque mi sudor más bien corre a chorros, pero saco la conclusión de que, siendo panzón y “papadón”, las gotas han de ser gordas también. Elemental, mi querido Watson.
Si el sudor tuviera buen precio, sería millonario. Es una lástima que las leyes del mercado digan que, a mayor existencia, menor precio. Como todo el mundo anda sudando a más no poder, no hay compradores potenciales.
A menos, claro, que una investigación científica determine que hay sudores más refrescantes que otros. De resultar así, el afortunado que tuviera el sudor con más capacidad de refrigeración podría industrializarlo y venderlo. Ya imagino al Doctor Simi pregonando las gotas gordas de sudor de enfriamiento rápido mientras baila.
Ustedes se preguntarán por qué escribo sobre cosas tan estúpidas. Bueno, tengo tres razones.
La primera es porque me prometí no quejarme del calor. ¿Acaso la queja es un remedio para el calor o para cualquier otra cosa? Entonces, en vez de andar de quejumbroso por el insoportable bochorno, me enfoco en la búsqueda de soluciones.
La segunda tiene que ver con la historia de los grandes descubrimientos de la humanidad. Muchos de ellos son resultado de errores; tratando de descubrir una cosa, los más famosos investigadores se han topado con otra que no se les había ocurrido. Bueno, pues quien quita que lo de las gotas refrescantes de sudor dé lugar a descubrir el remedio para el catarro.
La tercera es porque el calor no me deja pensar con claridad en cosas sensatas para escribir. ¿A ustedes sí? Los felicito, su sudor es de primera, vayan pensando en comunicarse con un buen laboratorio.
PFRG–
Pedro F. Rivas Gutiérrez





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